ALIANZA
PÚBLICO-PRIVADA EN SALUD ¿POR QUÉ NO?
Existen países con niveles de gasto similares que tienen mejores resultados
que Guatemala. La principal diferencia reside en políticas públicas que
garantizan una mayor participación pública en el financiamiento a través del
aseguramiento público y social, una red amplia de servicios públicos de salud y
una regulación firme del mercado de servicios y seguros privados de salud[1].
PNUD (Programa de Naciones
Unidas Para el Desarrollo) señala que Guatemala es el país con mayor gasto
privado en salud de todo el continente en proporción con el gasto público. Lamentablemente,
este gasto proviene, en la mayoría de los casos, directamente de los bolsillos
de los ciudadanos, empobreciendo así la débil economía familiar debido a los exorbitantes
costos. Aunque la gratuidad y universalidad de la atención pública en salud
sería lo ideal, ofrecerlas es un reto incluso para países de primer orden.
Debido a esto, nacen alternativas como las alianzas público-privadas (APP´s).
Este tipo de alianzas
permiten participar al capital privado en los servicios de salud financiados
por el sector público y otorgan al Estado mayor capacidad para regular el
mercado. Existen resultados exitosos en otras partes del mundo, por ejemplo en
comunidades autónomas españolas, Brasil y Norteamérica. Se han logrado hacer
más eficientes los servicios, aumentar la cantidad de infraestructura y
acercarse a la universalización de la atención a través de sistemas de seguros.
Antes de pensar en ejecutar
este tipo de gestión, es necesario modificar algunos aspectos del marco
jurídico. Sería preciso que el Artículo 4 del Código de Salud (decreto 90-97)
volviera a su estado previo a las reformas del 2003. Es decir, que en lugar de
mandar la gratuidad de los servicios (considerando que legislar sin capacidad financiera
de ejecución es irresponsabilidad por parte del Legislativo) se garantice ésta
sólo para quienes realmente no puedan costearlos. Existen muchísimas familias
(sobre todo de clase media y media-baja) que se encuentran atrapadas entre la
espada y la pared: la espada es el pésimo servicio público, la pared los
exorbitantes precios privados. Bajar los precios para que sean accesibles a la
mayor cantidad posible de habitantes permitiría optar por una atención más
digna y efectiva. También se tendría que ampliar la visión de la Ley de Alianza
Para el Desarrollo de Infraestructura Económica (decreto 16-2010), que en su
Artículo 2 señala que el capital privado no puede invertir en salud, educación
y agua.
Bueno, esta es la propuesta.
Quisiera tener más espacio para desarrollarla, pero vaya, esto es sólo un
artículo. Espero que usted no me tache de neoliberal. Desearía que el gobierno
pudiera garantizar el bienestar de todas las personas, pero mientras lo intenta,
muchos sufren y mueren. Pensar que decretando leyes que suenan perfectas mejorará
la realidad per se, como lo es la
gratuidad de los servicios de salud, es como si se decretara la prohibición de los
suicidios, a pena de una severa multa para el suicida; espero me comprenda.
Allan A. Rousselin M.
200910675
Grupo 01
Artículo argumentativo de opinión
Artículo argumentativo de opinión
[1]
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (2008) Diálogo para la Inversión
Social en Guatemala, ¿Quién Financia el Sistema de Salud en Guatemala?
Guatemala: USAID.
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